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La Triple Frontera, en relación a América del Sur, es la región que está más expuesta a eventos climáticos extremos y presenta numerosas vulnerabilidades (pobreza, inestabilidad económica y política, falta de recursos e infraestructura). En este sentido, es vital que las ciudades emprendan acciones para reducir su vulnerabilidad al cambio climático y construyan un desarrollo resiliente al clima”.Así lo advirtió el Reporte de Vulnerabilidad y Estrategias de Adaptación en la Región Trinacional, llevado adelante por el proyecto ‘Cooperación triangular urbana: construyendo desarrollo resiliente al clima en la cuenca del Paraná’, que es integrado por profesionales y especialistas de Argentina, Paraguay y Brasil El trabajo fue realizado por Paola Hernández Montes de Oca, de la Universidad de Leeds (Inglaterra), y Lucas López por la Unam (Argentina), integrantes de la Universidad Nuestra Señora de la Asunción, la Universidad Nacional de Asunción (Paraguay), la Universidad Federal de Integración Latinoamericana y el Instituto Polo Internacional Iguassu (Brasil).
El trabajo destacó que desde la década del 60, la región de la Triple Frontera ha experimentado un rápido crecimiento y continúa expandiéndose. Su población se ha incrementado más de siete veces, principalmente atraída por la construcción de la Planta Hidroeléctrica Binacional de Itaipú (Brasil y Paraguay) y el potencial turístico de las Cataratas de Iguazú, considerada una de las maravillas naturales del mundo. Además, el desarrollo de Ciudad del Este como un centro comercial de bajos impuestos ha atraído importantes flujos poblacionales hacia la región.
En ese marco, se advirtió que “la planificación urbana y la inversión en infraestructura han sido rebasadas por el crecimiento dela población. No ha existido una planificación urbana adecuada, dando lugar a una expansión incontrolada”
El reporte alertó que “las tendencias históricas sugieren que los patrones climáticos han cambiado en la región de la Triple Frontera durante las últimas cinco décadas”.Y que “la precipitación diaria máxima anual y el número de eventos extremos mostraron un aumento, son cada vez más intensos y más frecuentes. Además, las temperaturas máximas y mínimas diarias también presentaron una tendencia positiva a lo largo de los años, lo que indica un clima más cálido”. Asimismo, se resaltó que “como las ciudades están ubicadas en una zona propensa a un clima convectivo severo, es probable que tornados puedan afectar a las ciudades en el futuro”. Se reveló que los eventos meteorológicos extremos relacionados con el agua han causado los mayores impactos en la región.

Se detectaron dos tipos de inundaciones: las de ríos, causadas por un aumento en los niveles de los cuerpos de agua, y las urbanas, debido a precipitaciones intensas.
También los episodios pasados de sequías han afectado al sector turístico, así como al suministro de agua potable en Ciudad del Este. Además, los eventos de granizo siguen un patrón de baja frecuencia y alto impacto. El trabajo en conjunto señaló que el sistema de monitoreo meteorológico en la región de la Triple Frontera requiere ser mejorado, mientras que las definiciones de fenómenos meteorológicos extremos deben ser unificadas, esenciales para mejorar la comprensión del clima en la región.
En cuanto a proyecciones climáticas futuras, “se espera que la temperatura media aumente en la zona hacia fines del siglo XXI”.
Se explicó que los estudios realizados en Sudamérica y Paraguay, que utilizan diferentes modelos y escenarios climáticos mundiales y regionales, muestran un aumento de la temperatura para todos los marcos temporales (corto a largo plazo) y estacionales (primavera, verano, otoño e invierno). Así se espera que los eventos climáticos extremos aumenten, especialmente aquellos relacionados con altas temperaturas. Las olas de calor podrían llegar a ser más comunes en el futuro en la zona fronteriza compartida por Argentina, Brasil y Paraguay.
Se advirtió, además, que Ciudad Del Este y Puerto Iguazú presentan vulnerabilidades mayores en comparación con la brasileña Foz. Estas ciudades tienen proporcionalmente una mayor población susceptible a impactos relacionados con eventos extremos y una menor capacidad de recuperación tras los desastres. Están altamente urbanizadas sin suficientes espacios verdes. La falta de planificación urbana ha ocasionado ocupaciones irregulares en áreas de riesgo.